sábado, 9 de mayo de 2020

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡Paz a tu corazón!

Hijo mío, vengo del cielo con mi Corazón maternal lleno del amor y de las gracias de Dios. Te revelo los secretos de mi amor, así como el dolor que sufre mi Corazón a causa de los pecadores ingratos que son tantos en el mundo.

Muchos de mis hijos se han vuelto indiferentes y fríos, viviendo en una vida de negación de Dios y de su amor divino.

Hijo mío, te he comunicado muchos mensajes durante todos estos años, desde que me manifesté en Amazonas por primera vez, pero Amazonas no quiso escucharme, por eso hoy sufre.

Cuantas palabras insultantes mi Divino Hijo y yo hemos tenido que escuchar de muchos de mis hijos que han herido terriblemente nuestros Santísimos Corazones, y muchas de ellas venían de aquellos que deberían tener sus corazones llenos de amor, dulzura y devoción filial, mis hijos sacerdotes.

La Iglesia está herida y desolada, porque muchos de los que celebran el Santo Sacrificio de mi Divino Hijo ya no tienen fe y sus corazones están pesados y endurecidos, a causa de sus dudas y mala vida.

Reza, hijo mío, reza por los Ministros de Dios para que no pierdan la fe y la luz de sus almas, porque el demonio se ha lanzado contra ellos con ferocidad, queriendo devorarlos y llevarlos al fuego del infierno. Dedícate cada vez más a rezar y sacrificarte por la conversión y santificación del clero, porque muchos están apostatando de la verdadera fe y de las enseñanzas dejadas por mi Divino Hijo.

Amo a mis hijos sacerdotes y no quiero que ninguno de ellos se condene. Quiero verlos, un día, a mi lado en el cielo. Doblad las rodillas hasta el suelo y rezad mi Rosario por todos los obispos y sacerdotes que están heridos no sólo en el cuerpo, sino sobre todo en el alma, a causa de sus infidelidades a Dios y de sus pasiones mundanas.

Toda oración, sacrificio y reparación que ofrezcáis por ellos consolará a mi Corazón Doloroso e Inmaculado. Cada ayuno y penitencia que realicen, liberará a tantos de las pesadas cadenas del pecado, que les hacen estar en las garras de Satanás.

Mi Hijo Jesús ha soplado su Divino Espíritu sobre vosotros, concediéndoos sus dones y gracias, para que podáis ayudar a su pueblo que está, en estos tiempos, triste, sin fe y abatido.

Se te concederán nuevos dones, para que puedas emprender bien la misión a la que el Señor te ha llamado y que se te ha confiado. Dios actuará en el momento oportuno y os utilizará cada vez más según sus designios divinos para el bien de su Santa Iglesia y de su pueblo, para su liberación y su renovación espiritual, mediante su acción divina en las almas y los corazones de muchos de sus hijos que acogerán cada vez más sus palabras y su amor.

Reza mucho para que estés cada vez más unido a la Santísima Trinidad y vivas en su amor divino, haciendo la voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como los Santos han vivido y hecho la voluntad de Dios en este mundo.

Recuerda, hijo mío: el amor es la base de la santidad. Cuanto más ames, más de Dios serás. Ama, ama, ama, para que siempre estés unido a Dios y Dios esté presente en tu vida y en todo lo que hagas.

Te bendigo y te doy mi paz: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.