viernes, 6 de marzo de 1998

Mensaje de San José a Edson Glauber

Sexto Mensaje de San José

También hoy vino la Sagrada Familia.

JESÚS: Soy la verdadera paz, concedo mi paz a todos los hombres. Soy Jesús Cristo, el Salvador de toda la humanidad. Deseo que todos los hombres honren el Inmaculado Corazón de mi Madre María Santísima y el Corazón Castísimo de San José. Mi Sagrado Corazón desea expandir un nuevo flujo de gracias impulsado con amor por la salvación de los pecadores.

Mira, hijo mío, a través de estos Corazones (Jesús estaba mostrando los Corazones de Nuestra Señora y San José), deseo atraer a todos hacia mí. Es a través de estos Corazones que comparto mis gracias y bendiciones. A través de ellos los hombres vendrán rápidamente a mi Sagrado Corazón.

Diles a todos los hombres que no desperdicien las gracias que deseo otorgarles. Al honrar estos dos Corazones estarás honrando y glorificándome, porque he elegido a mi Madre, María Santísima, y a mi Padre Virgen José para que me cuiden y para que yo, el Hijo de Dios, viva a su lado durante mi divina misión en la tierra. Por lo tanto, aquellos que los honren me estarán honrando, porque honran mi decisión de haberlos elegido como mis padres en la tierra. Bendigo nuevamente a todos mis hijos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Nos vemos pronto!

NUESTRA SEÑORA: Queridos hijos, honren las heridas sagradas de mi Hijo Jesús, porque a través de ellas Dios les concede muchas gracias que servirán para su conversión y la conversión de sus hermanos. Durante este tiempo de Cuaresma, traten de meditar sobre la sagrada pasión de mi Hijo Jesús Cristo, para que puedan comprender lo que mi Hijo Jesús tuvo que soportar y sufrir para liberarlos del yugo del pecado. Este es el tiempo para que se reconcilien con Dios y con sus hermanos. Vivan la santa ley de Dios en sus vidas. Traten de ser fuertes y firmes en las pruebas, siendo fieles a su ley de amor.

Dios ama la fidelidad. Por lo tanto, mis hijos, cuanto más sean fieles y responsables con sus compromisos cristianos, más comprenderán el amor de Dios y sentirán sus gracias en sus vidas. Con mis oraciones intercedo por cada uno de ustedes ante mi Hijo Jesús y les digo que estoy con ustedes para ayudarlos. Así que no se desanimen. ¡Coraje! Los bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Nos vemos pronto!

SAN JOSÉ: Mi queridísimo hijo, deseo hablarte nuevamente sobre las gracias que mi Corazón Castísimo desea esparcir sobre toda la humanidad. Mi Corazón Castísimo, por los impulsos del amor, busca en todo momento salvar a todos los hombres del pecado. Mi Hijo Jesús, a través de mi Corazón, desea compartir sus divinas bendiciones con todos los hombres. Sé que muchos de ustedes están pasando por grandes dificultades porque, en estos últimos tiempos, los hombres ya no se aman y no se ayudan, sino que viven con sus corazones llenos de orgullo, falsedad, mentiras, intrigas, ambiciones, malicia, mezquindad y muchas cosas malas, que son consecuencias de su alejamiento de Dios.

Hijo mío, mira cuánto tuve que sufrir junto a mi Hijo Jesús y mi Esposa María Santísima! Como te dije, había recibido del Padre Celestial la misión de ser el guardián y protector de Jesús y María. Hijo mío, mi Corazón estaba angustiado porque, ya que éramos tan simples y sin muchas condiciones de vida, trataba de dar una vida digna al Hijo del Altísimo. El único medio que usaba para llevar el pan al hogar era mi oficio de carpintero. Los trabajos no siempre tenían su ganancia adecuada.

En aquel tiempo la vida también tenía sus problemas, pero siempre tuve confianza en la Divina Providencia, que nos ayudó y concedió solo lo necesario para nuestro sustento y el del Niño Dios, mi amado Hijo Jesús Cristo. Mi Corazón, sin embargo, estaba muy afligido porque sentía que no estaba dando una vida digna a mi Hijo Jesús. Esto Dios me permitió pasar para que yo creciera en confianza en Su Divina Providencia, para que la virtud de la humildad pudiera adornar mi alma y yo fuera un ejemplo para todos los hombres y trabajadores, para que ellos también cumplieran sus deberes y trabajaran con amor y paciencia. Soy el modelo para todos los trabajadores y jornaleros. Por lo tanto, mi querido hijo, a todos aquellos que honren este Corazón mío y tengan plena confianza en mí y en mi intercesión les prometo que no estarán indefensos en las dificultades y pruebas de la vida, porque pediré al Señor que los ayude con su Divina Providencia en los problemas materiales y espirituales.

Los padres y madres que se consagren a mi Corazón, así como sus familias, tendrán mi ayuda tanto en sus aflicciones y problemas, como también en la crianza y educación de sus hijos, porque así como crié al Hijo del Altísimo en sus leyes divinas santas, así ayudaré a todos los padres y madres que consagren a sus hijos a mí, a criarlos con amor en las leyes santas de Dios para que encuentren el seguro camino a la salvación.

Ahora les digo a todos los hombres: conságrense a mi Corazón Castísimo. Consagren todo a mí: sus vidas, sus familias, su trabajo, consagren todo a mí, porque mi Corazón es la nueva fuente de gracias que Dios da a todo el mundo. Este es mi mensaje para toda la humanidad. Extiendo mi manto sobre todo el mundo y sobre toda la Santa Iglesia. Confíen en mí y recibirán toda gracia. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Nos vemos pronto!