Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil

 

jueves, 5 de marzo de 1998


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Mensaje de San José a Edson Glauber

Quinto Mensaje de San José


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En esta noche el confidente recibió la visita de la Sagrada Familia. San José vestía una túnica beige y una camisa gris azul, sosteniendo en sus brazos al Niño Jesús que llevaba una camisa azul claro. Nuestra Señora vestía un velo blanco y un vestido gris azul.

Nuestra Señora fue quien habló primero:

NUESTRA SEÑORA: Hijo amado, en esta noche Dios, Nuestro Señor, me permite conceder Su paz a todos los hombres a lo largo del mundo. También bendigo a todas las familias y les pido que experimenten paz en sus hogares y una unión íntima con Dios. Si las familias quieren recibir las bendiciones y la paz de Dios deben vivir en la gracia divina, pues el pecado es como un cáncer oscuro en la vida de una familia que no vive unida a Dios. Dios desea que cada familia, en estos últimos tiempos, pida la protección de la Sagrada Familia, pues Yo, mi Hijo Jesús y mi esposo castísimo José deseamos proteger a cada familia de los engaños del diablo. Que vivan mis súplicas y este mensaje que Dios me permite revelarte hoy. Los bendigo a todos: en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hasta pronto. Ahora escucha a mi esposo castísimo José.

SAN JOSÉ: Hijo amado, esta noche mi Corazón desea derramar muchas gracias sobre todos los hombres, pues anhelo la conversión de todos los pecadores para que sean salvados. Que todos los pecadores no teman acercarse a este mi Corazón, pues deseo darles la bienvenida y protegerlos.

Muchos son los que caminan lejos del Señor a causa de sus graves pecados. Muchos de estos mis hijos son así porque se han permitido caer en las trampas del diablo, enemigo de la salvación, que trata de conducir a todos estos mis hijos a la desesperación, haciéndoles pensar que ya no hay solución y no hay retorno porque, al desesperarse y no confiar en la divina misericordia, serán presa fácil para el diablo. Pero Yo, hijo amado, les digo a todos los pecadores, incluso a aquellos que han cometido los pecados más terribles, que tengan confianza en el amor y el perdón del Señor, y también que confíen en mí, en mi intercesión. Todos aquellos que me invoquen con confianza, estén seguros de mi ayuda para recuperar la gracia divina y la misericordia del Señor. Mira, hijo mío, cómo el Padre Celestial me encomendó su Divino Hijo Jesús Cristo y al Espíritu Santo, su Esposa Inmaculada, para que estuvieran bajo mi cuidado. Mi Corazón sintió gran paz y alegría al tener a Jesús y a María a mi lado viviendo en la misma casa.

Nuestros tres Corazones se amaban. Vivían un amor trinitario, pero era un amor unido en un solo acto de ofrenda al Padre Eterno. Nuestros Corazones se fusionaron en el amor más puro, convirtiéndose en un corazón viviendo en tres personas que se amaban verdaderamente. Pero mira, hijo mío, cuánto mi Corazón se angustió y sufrió cuando vi a mi Hijo Jesús, tan pequeño, ya en peligro de muerte a causa de Herodes, quien, poseído por el espíritu maligno, mandó matar a todos los niños inocentes. Mi Corazón pasó por gran tribulación y sufrimiento a causa de este gran peligro que sufrió mi Hijo Jesús, pero el Padre Celestial no nos abandonó en ese momento, pues envió a su mensajero ángel que me guió en lo que debía hacer y la actitud a tomar en estos momentos difíciles y sufridos. Por lo tanto, hijo mío, dile a todos los pecadores que no desesperen en los grandes peligros de la vida y en los peligros que puedan causar la perdición del alma propia.

Prometo a todos aquellos que tengan confianza en este Corazón puro y castísimo mío, honrándolo devotamente, la gracia de ser consolados por mí en sus mayores aflicciones del alma y en el peligro de la condenación, cuando, por desgracia, pierdan la gracia divina a causa de sus graves pecados. A estos pecadores que recurran a mí les prometo las gracias de mi Corazón con un propósito de enmienda, arrepentimiento y sincera contrición por sus pecados.

Ahora les digo a todos los pecadores que no teman al diablo y no desesperen a causa de sus crímenes, sino que vengan y se arrojen a mis brazos y se aferren a mi Corazón para que puedan recibir todas las gracias para su salvación eterna. Ahora imparto mi bendición al mundo entero: en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!

Orígenes:

➥ SantuarioDeItapiranga.com.br

➥ Itapiranga0205.blogspot.com

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