Mensajes de diversas orígenes
miércoles, 3 de septiembre de 2025
Mi Misión Fue Una de Amor
Mensaje de Nuestro Señor y Dios Jesucristo a la Hermana Beghe en Bélgica el 31 de agosto de 2025

Mis queridos Hijos,
No os canséis de leer Me y releerme, así como se deben leer y releer Mis Evangelios. Mis cartas están escritas para vosotros como apoyo diario, pero no dudéis en volver a leer las de meses y años anteriores. Todas ellas siguen siendo relevantes porque la Palabra de Dios es inmutable. El hombre cambia, pero Dios no lo hace. Él es el Eterno y, por tanto, no sigue ninguna evolución. Habla al hombre cuando quiere, y Su Palabra es como Él, eterna. El hombre, en cambio, cambia; evoluciona para mejor, para peor o desafortunadamente hacia el mal, y en este caso debe recuperarse y corregir sus caminos.
¿No os he pedido que aprendáis de Mí, “porque soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas” (Mt 11:29)? Todo está dicho en estas pocas palabras: imitad Me, aprended de Mí, amad Me, y yo os aliviaré, os consolaré, os estrecharé cerca de Mi Sagrado Corazón. Reflexionad sobre la palabra “amor” y ved qué lugar ocupa esta palabra en vuestra vida.
Os ayudaré: amar es pensar con cariño en alguien o algo, apreciar la presencia de un ser querido, querer lo mejor para el que amáis, esforzaros por agradarle, aportarle algo positivo, dar de vosotros mismos, vuestros placeres, vuestras comodidades, vuestras posesiones, dárselas o compartirlas con los seres queridos. Y finalmente, es el abandono de uno mismo, el olvido de uno mismo para la salvación de los demás, así como yo vine a ofrecerme para daros vida eterna. Si realmente amáis a vuestra familia y a vuestros seres queridos, estaréis dispuestos a dar vuestras vidas para protegerlos, para resguardarlos del mal, para levantarlos (en ambos sentidos de la palabra). Así fue Mi Misión al encarnarme en humanidad, y esa misión fue una de Amor.
Soy el amor perfecto, sublime, desinteresado. Vine a vosotros así. Vine a Mi hogar, a los Míos, en Mi creación, ¡y fui rechazado, apartado, no amado, y cruelmente, muy cruelmente puesto a muerte! Mi doctrina, una doctrina de mansedumbre, acogida y respeto, fue despreciada. Fui llamado bribón, hombre impío, usurpador. Fui golpeado, humillado y crucificado. Ofrecí todas estas afrentas a Dios en total abandono de Mismo, pagando el precio del rescate por el pecado, por todos los pecados de todos los hombres de todos los tiempos.
Cuando, siguiendo Mi ejemplo, os llegue vuestro turno de daros por vuestros seres queridos, yo os concederé la gracia de fuerza, coraje y perseverancia, como se la he dado a los mártires de todos los tiempos, ¡y seréis parte de "la gran multitud que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas! Estaban delante del trono y ante el Cordero, vestidos con túnicas blancas y llevando palmas en sus manos" (Ap 7:9). La túnica blanca significa la pureza del alma en estado de gracia, y las palmas significan la victoria del martirio al seguir al Cordero.
Esta visión del apóstol Juan os da una idea del incontable número de fieles que han seguido Mis pasos, siguiéndome, ¡y vosotros los que Me leéis seguramente estáis entre ellos!; sí, rezad y volved a rezar para estar entre ellos. Ya sea el martirio de vuestro cuerpo o el de vuestra alma, es el abandono de uno mismo en unión con Mi Cruz lo que os unirá a esta inmensa multitud en la que cada uno es único, cada uno es Mi Hijo conocido y amado, cada uno se ha dado y Me ha seguido para estar a Mi Imagen y Semejanza.
Dios está y estará feliz con vosotros, ¡y habréis alcanzado el culmen de vuestra vida, el Cielo y la Eterna Bienaventuranza!, donde ya no habrá más dolor, ni más lágrimas, solo alegría, felicidad y verdadero Amor. ¿No dije yo?: “He venido a encender fuego en la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Pero tengo un bautismo para recibir, ¡y qué angustia siento hasta que se cumpla!” (Lc 12:49-50). Sí, toda Mi vida terrenal estuvo centrada en el momento de Mi Sacrificio por la salvación del mundo, y este pensamiento nunca Me abandonó. Vosotros también, Mis queridos hijos, pensad en ofrecerlo todo en unión con Mi bendita Cruz, que os ha abierto el Cielo. Que cada sacrificio, cada dolor, cada sufrimiento siempre esté unido a Mi Cruz.
Mi Cruz salva, Mi Cruz santifica, Mi Cruz regenera, y toda Mi vida fui atraído a ella por Amor hacia ti. Este inmenso, divino Amor te espera; es tuyo.
Dios te espera. Venid, venid vosotros que seréis virtuosos y santos al dejar esta tierra. Que esto sea vuestra Esperanza, esta gran virtud consoladora y salvadora.
Os bendigo, Mis queridos, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo †. Amén.
Vuestro Señor y vuestro Dios
Fuente: ➥ SrBeghe.blog
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