Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
sábado, 25 de octubre de 2008
Hoy Nuestra Señora vino muy hermosa, vestida como una Reina. Llevaba una larga túnica blanca, una túnica blanca, con la corona real en la cabeza. Lo que me llamó la atención fue lo majestuosa que se veía, transmitiendo realeza y poder. En verdad, ella es la Poderosa Reina del Cielo y de la Tierra. Al verla, mi corazón se llenó de gran paz y alegría. Estaba sobre el mundo y tenía las manos dirigidas hacia el cielo como cuando rezamos el Padre Nuestro. Rezó, rezó, rezó por toda la humanidad y luego bajó sus brazos sobre el mundo, recordándome mucho la visión de la medalla milagrosa, porque de sus manos salían rayos de luz, gracias que derramó sobre nosotros y sobre el mundo. Me dijo:

¡La paz esté con vosotros! Queridos hijos, Yo soy la Reina del Mundo. Soy la Madre de todos vosotros. Mi presencia aquí entre vosotros es la gran señal del amor de Dios por cada uno de vosotros. Hijitos, intercedo por vosotros y vuestras familias, para que Dios os bendiga y proteja. Rezad más y más, hijitos míos. Intercedid conmigo por la salvación de la humanidad. Notad los terribles pecados cometidos contra nuestro amado Dios. Muchos hombres y mujeres están lejos de Dios. Muchos de mis hijos se están perdiendo en el pecado. Ayudad a vuestros hermanos rezando por ellos, sacrificando y ayunando. Dios los creó libres y no los obliga a hacer nada, pero vosotros que deseáis recibir mis llamadas, convertíos primero siendo obedientes a Dios, para que vuestros hermanos también se conviertan y el mundo se renueve. Trabajad en vuestros corazones acogiendo el amor de Dios, y entonces vuestras vidas cambiarán y tendréis paz. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!
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