martes, 3 de marzo de 1998

Mensaje de San José a Edson Glauber

Tercer Mensaje de San José

San José vino con una túnica blanca, con una capa blanca, sosteniendo un lirio y con el Niño Jesús también de blanco, en su regazo.

Hijo amado, escucha y deja que todos los hombres sepan lo que Dios me permite revelarte esta noche, pero primero, te bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Y te concedo la paz.

Hijo amado, ¡cómo se extiende el pecado de una manera tan fuerte! Los hombres se dejan llevar por las artimañas más insidiosas del diablo. El enemigo de la salvación quiere destruir a todos los hombres, para que todos se pierdan. Él es envidioso y odia a toda la raza humana. Muchos pasan por tantas pruebas y tentaciones que el enemigo de Dios les lanza constantemente, tratando así de destruir las almas de los hombres mortales que fueron creados por Dios.

Los medios que más utiliza son los pecados contra la santa pureza, pues la pureza es una de las virtudes más queridas de Dios, y así Satanás desea destruir la imagen de Dios presente en toda criatura a través de esta virtud. Por eso Dios pide a toda la humanidad devoción a mi Santísimo Corazón, pues desea conceder a los hombres la gracia de superar las tentaciones y ataques del diablo a diario. Mi Hijo Jesús te ha revelado, hijo amado mío, el poder de invocar mi nombre. Basta con invocar mi nombre para poner a huir a todos los demonios.

Prometo a todos los fieles que honren este Santísimo Corazón mío con fe y amor la gracia de vivir en santa pureza de alma y cuerpo, y la fuerza y los medios para superar todos los ataques y tentaciones del diablo. Yo mismo los protegeré como una parte preciosa mía. Esta gracia no está destinada solo a aquellos que honran este Corazón mío, sino también a todos sus parientes que necesitan ayuda divina. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto!