Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
domingo, 15 de septiembre de 2013
Fiesta de los Siete Dolores de María.
Nuestra Señora habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V en la capilla de la casa de Göttingen a través de su instrumento y de su hija Ana.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. El altar del sacrificio y también el altar de María estaban hoy muy iluminados. Había muchísimos ángeles presentes. Los ángeles entraban y salían. Había más y más. Era una multitud llamativa. Adoraban al Santísimo Sacramento suspendidos y arrodillados.
Nuestra Señora habla hoy en vuestra Fiesta de los Siete Dolores: Yo, vuestra Madre Celestial, hablo ahora y en este momento a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está completamente en la voluntad del Padre Celestial y habla sólo palabras que vienen de Mí.
Mis amados hijos de María, hoy en Mi Fiesta, la Fiesta de Mis Siete Dolores, os hablo, porque os amo mucho. Con Mi dolor participo en vuestro dolor. A menudo no podéis creer que tengáis que soportar tanto dolor y que el Padre Celestial lo permita. Pero mira Mis cruces. Mira Mis siete dolores. ¿No he soportado Yo también las cosas más grandes por vosotros? ¿No fui paciente en todos los dolores, y no obedecí plenamente a Mi Hijo Jesucristo, y también al Padre Celestial? ¿No recorrí el camino de la cruz con Mi Hijo Jesucristo hasta el monte Gólgota? ¿No estuve bajo la cruz? Nadie podría haberme quitado estos dolores, pues mi Hijo único había sido crucificado. Le miré y mi corazón casi se desgarró de dolor.
En la época actual esto se repite. La mayoría de los sacerdotes no quieren prestar atención a Mi dolor. ¿Por qué no acuden a Mi Corazón Inmaculado? Yo puedo estar junto a ellos en su dolor, y puedo conducirlos a Mi Hijo Jesucristo, en última instancia, al Padre Celestial. Él los acogerá en Sus brazos cuando, arrepentidos, confiesen sus pecados ante Él en una buena Santa Confesión, a un sacerdote santo.
Cuántas veces ha repetido el Padre Celestial que esta Santa Misa Sacrificial Tridentina es la única Misa Sacrificial verdadera después de Pío V. Cuántas veces les dio a conocer este banquete sacrificial, pues quería transformarse en sus manos y no pudo. ¿Por qué, Mis amados? Porque aún hoy Le dan la espalda. Cuánto pidió vuestra madre al Padre Celestial que tocara a estos sacerdotes en sus corazones. Que sea misericordioso con ellos y rompa su obstinación.
Mis amados, tuvisteis que sufrir estos tormentos de nuevo en Mi lugar Heroldsbach. No se os perdonó nada. ¿Acaso no sufrió también vuestra madre en Su lugar de gracia con Sus hijos de María, que aplastó la cabeza de la serpiente aunque vosotros no lo sintierais, Mis amados pequeños? Y sin embargo ha sido la verdad. Ahí es donde comenzó la lucha y ahí es donde se luchó.
Mis amados seguidores recorrieron el camino, el camino hacia el hueco, aunque no era posible que Mi pequeño siguiera este camino porque Mi Hijo Jesucristo no quería estar bajo vigilancia -bajo vigilancia de la policía. (Así nos amenazó la policía de Forchheim por teléfono móvil durante el viaje a Heroldsbach, si aparecíamos allí en la hondonada). ¿Era eso correcto, Mi amado pequeño rebaño, Mis amados seguidores? ¿Se me permitió deshonrar tanto a Mi hijo que la policía quiso custodiarlo?
Vosotros experimentasteis con vuestra propia mente y sentimiento lo que allí ocurrió, pero no pudisteis comprenderlo. Pero vuestro queridísimo Maestro Jesucristo sigue siendo el Rey de Reyes, porque Él reina también en este lugar. Nunca dejará que le arrebaten el cetro de la mano, aunque en este momento parezca así. Él lo tomará, y tú obtendrás la victoria si resistes. Se necesita valor, pero también gratitud, Mis queridos pequeños, Mis queridos hijos de María.
Os doy las gracias por haber recorrido este camino, este doloroso camino, y por no haberos rendido. Tú, Mi pequeña, has sufrido, has sufrido mucho y sufres también hoy en este día de Mis Siete Dolores. No te rendirás. Sentirás Mi amor y también recorrerás el camino del dolor. Por ello os doy las gracias y os doy las gracias a vosotros, Mi amado pequeño rebaño, que estáis junto a Mis pequeños, protegiéndoles y apoyándoles.
Os amo a todos y quiero cobijaros bajo Mi manto, pues seréis los cobijados y los elegidos. Nada os sucederá, amados Míos. ¿No está el Padre Celestial velando por vosotros? ¿No está vuestra Madre Celestial con vosotros en esta lucha tan difícil? ¿Alguna vez vuestra Madre os ha dejado solos o os dejará solos? ¡No! Ella está contigo. Te abraza porque te ama, porque sois las flores de su jardín paradisíaco. Las flores individuales florecerán. Todavía no ha llegado el momento, el momento en que el Padre Celestial deja que Su brazo de ira se hunda por completo. Sobre muchos países Él traerá cosas pesadas. ¡Esta es la verdad!
Mi hijo no sólo ha sido expulsado, sino que ha sido rechazado y negado. La gente todavía hoy Le desprecia en el Santísimo Sacramento porque no creen en Él, sino porque creen que este Santísimo Sacramento no existe. Es una fantasía. Este es el nombre de todo el misticismo. ¿Es también fantasía, amados Míos, que Mi Hijo Jesucristo resucitó al tercer día? ¿Puede ser esto también fantasía? A cuántas personas ha resucitado de la muerte. ¿Es esto también fantasía? ¿Por qué eligió profetas? Porque están para complementar la Biblia y porque están para ayudarte a volver al camino correcto, para que no continúes por el camino equivocado. El camino que contiene plenamente la verdad es el camino del Dios Trino, -no cualquier Dios, no, el Dios Trino. No puedes compararlo con ningún otro dios. Sólo hay una fe, santa, católica y apostólica, y debéis confesarla y dar testimonio de ella. Así que sois verdaderos cristianos católicos que siguen valientemente su camino y no se rinden, sino que siguen luchando.
Vuestra Madre os ama y no os olvida. Siempre irradiará este Amor Divino en vuestros corazones. Sentiréis que recibís el Poder Divino y no el poder humano y los miedos humanos. Ruega a tu madre. Pondré a los ángeles a tu lado, especialmente a San Miguel Arcángel y a San José, Mi Esposo. Él también estará a tu lado y muchos, muchos santos. ¡Llámalos! Ellos están aquí. Están conmigo. Están en el cielo.
Y así te bendigo con el Poder Divino y el Amor Divino y confío en que resistirás incluso en los momentos más difíciles. Sólo así podrás demostrar que amas a Mi Hijo en la Trinidad por encima de todo y que no le dejas solo, sino que le consuelas. Por eso te bendigo con todos los ángeles y santos en la Trinidad, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Sois amados! ¡Sois Mis amados! Os abrazo y os agradezco que queráis continuar por este camino. Amén.
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